jueves, 6 de mayo de 2010

Asaltos

Asaltos

No se alarme, no piense lo que creo está pensando, a ninguno de nosotros, digo a los aproximadamente cuarenta que somos en la barra se nos pasa por la cabeza la acepción mala de esta palabra, la que está presente a toda hora en cualquier calle de Buenos Aires y sus grandes alrededores.
Ud dirá que los adolescentes pensamos en otras cosas, que estamos en babia, que no nos importa nada.
Se equivoca, nos importa mucho todo.
Sucede que estamos sintonizando diferentes tiempos. Venga, acompáñeme, sea testigo por un momento de esta edad maravillosa que algunos llaman del pavo, sin saber que pavos son todos aquellos que crecieron olvidando.
Los asaltos son gloriosos, son la razón para que un sábado se llame s á b a d o, son el motor que da fuerza al sacrificio de sacar notas aceptables en el cole durante la semana.
El asalto no comienza a las 20 hs, comienza mucho antes, cuando nos juntamos luego de almorzar en la casa de Gabriela o en algún otro hogar que pueda albergar a tantos.
Si es observador habrá notado que dije hogar y no casa, supongo sabrá la diferencia; ve, no estamos en babia, ni somos pavos.
El ritual es siempre el mismo, armamos las luces, el sonido, las mesas y las sillas acomodadas cuidadosamente, ningún detalle es dejado al azar. Así llega la hora del mate y cada uno en secreto o con algún compinche va armando su estrategia de levante y los que tenemos palenque donde rascarnos esperamos tranqui la hora del baile.
Nos vamos a bañar, calzamos la ropa de moda y siguiendo el mismo ritual nos encontramos en la esquina de casa.
Cuando llegamos, Pepe ya tiene en orden la música, aunque a veces lo hacemos improvisar ya que las circunstancias lo ameritan.
Bailamos, charlamos, compartimos, transamos, nos divertimos; los padres, todos los padres: compinches, pero atentos, recreando en nosotros su propia juventud.
Luego de un buen rato llegan los lentos, mis preferidos, no sea mal pensado, es que para bailar tengo dos pies izquierdos.
Cuando la mayoría ya se va; nosotros, Gustavo, Ernesto, Luis; Luigi, Germán (a veces) a las 5 en punto caminamos las quince cuadras al Sol de Galicia, vamos por los churros y las bolas de fraile.
Seguimos junto a las otras chicas en lo de Gabriela y Patricia con la mateada, el truco, la charla interminable y así el amanecer dominical nos encuentra juntos una vez más.

Luis Mario Valero (H)

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