domingo, 11 de julio de 2010

$5.70

$5,70

Por lo general en las escuelas el personal femenino es mayoría, así que, cuando hace falta realizar algún trabajo pesado se recurre a la buena voluntad de los pocos hombres que hay en estas instituciones.
Era febrero, las clases todavía no habían comenzado.
Durante todo el año anterior en la escuela estuvimos juntando diarios y cartón para vender y así contar con algún dinero más para la cooperadora.
La escuela está ubicada en un barrio de gente trabajadora, del que podríamos decir un “barrio normal”; pero cerca, muy cerca está la pobreza, tanta pobreza que se llama miseria y desde aquí vienen nuestros alumnos.
Fuimos a vender los doscientos setenta kilos de papel al corralón de la vuelta, ahí a las puertas de la villa; mientras esperábamos ser atendidos llegó una mujer con un carrito, imposible calcular su edad, estaba gastada por esta vida que nos es vida; era una mujer bajita, mirada triste, creo que todavía tenía en su boca algún diente, ropa rota y sucia, paso cancino; A penas podía transportar su propio cuerpo y debía lidiar con un carrito de ruedas oxidadas, tan oxidadas como ella misma. Tenía un par de botellas, algunos diarios y otras cosas imposibles de descifrar, pero eran seguramente la diferencia entre un pedazo, sólo un pedazo de pan o el hambre total de ese día.
Quedé perplejo ante tanta miseria, no atiné a nada, a la tarde al llegar a casa tenía culpa por no haber reaccionado.
Es que el pago a tanto esfuerzo, de quizás muchas horas de caminar y buscar fueron $5,70.

Luis M Valero (H)

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